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En voz alta
Naras 2008.03.08. 19:54
Cuento sobre un pensamiento inmigrante
En voz alta
rase una vez un obrero que trabajaba catorce horas diarias en la construccin de un nuevo Corte Ingls. No le pareca bien estar all, quera vivir una vida mejor, pero no era capaz de hacerlo.
Mientras l estaba trabajando, un pensamiento iba dando vueltas por los pasillos oscuros de su cerebro. Era un pensamiento sin sexo. No se pareca a los pensamientos masculinos, siempre dedicados al ftbol, ni a los femeninos, que slo pueden hablar de la moda. Nuestro pensamiento era diferente. No quera pasar su vida en estos pasillos negros, quera abandonar al obrero y a sus compañeros, siempre hablando de cerveza. Saba que l haba nacido para otras cosas. Los dems por eso le llamaban „el Orgulloso.” Para l la nica opcin era salir de ese lugar tan oscuro.
Por eso, un da habl con Glndula Pituitaria, el jefe del sistema nervioso, para que le diera el permiso para emigrar del cuerpo del obrero.
- ¿Y usted por qu quiere irse de este lugar tan maravilloso? – pregunt el jefe.
- No hay suficiente luz aqu – respondi el pensamiento -, la falta de luz no es muy sana. Mire a los que estn andando por los pasillos.
- Creo que ellos no tienen problemas de salud.
- Ellos no, pero yo s, ¡estoy ahogndome en esta oscuridad!
Glndula Pituitaria se ech para atrs en su silln negro y pens en el caso del pensamiento durante diez minutos. Se dio cuenta de que si haba un pensamiento que era diferente de los dems, poda ser que hubiera otros tambin y que, si ellos se juntaran, podran acabar con el sistema cerebral del obrero. Eso no sera bueno para nadie – pens el jefe.
- Bueno – dijo por fin la glndula principal -, te doy permiso para emigrar. Puedes salir cuando quieras.
El pensamiento sali del despacho con una enorme felicidad. Quera salir lo antes posible. La manera ms rpida era convencer al obrero de que dijera el pensamiento en voz alta. Por eso fue directamente hacia la Red de Arterias para llegar a la boca con la ayuda de la sangre, donde por fin podra abandonar esos pasillos oscuros. Pero nuestro pensamiento no lleg a la boca, por culpa de los glbulos rojos que estaban de huelga. As que no tuvo otro remedio que salir por la nariz.
El obrero no saba nada de lo que pasaba en su cerebro, estaba tranquilo, muy cerca de la calle, donde haba gente paseando. De repente el obrero estornud y el pensamiento fue arrastrado por el viento. Mir el mundo con ojos de bola de golf; estaba muy sorprendido de ver la calle, los coches, la gente, el cielo, todo lo que nunca habra podido ver si se hubiera quedado en el cerebro del obrero. No tuvo mucho tiempo para observar el mundo, porque un chico pas por all, por donde el pensamiento iba volando y chocaron. En el siguiente momento estaba en el cerebro del muchacho, rodeado de pensamientos masculinos y femeninos tambin, pero ellos eran distintos de los del obrero: los masculinos hablaban de deportes y de las chicas; los femeninos charlaban sobre los nuevos zapatos del Nike. ¿Qu carajo es Nike? – se pregunt nuestro hroe, mientras constataba que ese cerebro no era el que haba buscado.
- ¿Tienes permiso para estar aqu? – le pregunt un pensamiento de dos centmetros con msculos de boxeador.
- A nosotros no nos gustan los extraños – dijo uno femenino, la novia del boxeador.
- Yo slo quera… - respondi nuestro pensamiento, pero no pudo acabar su frase.
Los otros pensamientos empezaron a pegarle por haber entrado sin permiso y por tener un acento extraño, de lo que l nunca se haba percatado antes. Verdaderamente, no tena ningn acento, porque los pensamientos no suelen tenerlo, excepto los que estudian lenguas. El extraño no entenda, por qu le daban golpes y por qu lo introdujeron en el torrente sanguneo cuando estaba casi desmayado. Mientras estaba diluyndose en la sangre, intent adivinar a dnde iba en aquel momento.
Cinco minutos despus, el pensamiento se encontraba en la pared de una casa amarilla en forma escrita. Fue obra de los dedos de un chico que lo haba escrito en la pared con un spray. Haba emigrado por segunda vez, pero segua sin sentirse bien, le dolan las manos y las piernas (secuelas de la pelea contra los otros pensamientos). Estaba triste, pero segua sintiendo que haba nacido para algo importante.
No tuvo que esperar mucho para su siguiente emigracin: una mujer de veinticuatro años cruz la calle donde el pensamiento estaba pintado en la pared. La muchacha iba a casa cuando lo vio y, como el grafiti le pareci nuevo, se par a leerlo. As el pensamiento entr en su cerebro con una mezcla de miedo y esperanza: la esperanza de ser aceptado por los pensamientos ”aboriginales”*. Ellos no le hacan mucho caso: le observaban un poco y despus seguan su camino por los pasillos pintados de color rosa. All dominaban los pensamientos femeninos, que trataban de la moda, las telenovelas, el maquillaje, etctera. Aunque no le pegaron, nuestro hroe no se senta muy bien all. Este no es el lugar donde debera estar – pens. Sinti el deseo de volver a emigrar.
- ¿Qu haces aqu? – le pregunt un pensamiento femenino. – Parece que te has perdido.
- Pues… - el pensamiento extraño no saba qu decir. Sinti que esa mujer no quera pegarle. Era demasiado guapa para hacerlo. Por alguna razn confi en ella. – ¿Cmo podra salir de aqu lo ms pronto posible?
- Bueno. – el pensamiento femenino pens un poco y de repente empez a gritar: - ¡Chicas!
En aquel momento aparecieron las amigas de la muchacha para ayudar a nuestro pensamiento. Una de ellas era la novia del hipotlamo y a travs de l pudieron conseguir que el pensamianto inmigrante abandonara el cerebro de la mujer. El hipotlamo conoca muy bien al jefe del Sistema Nervioso Centraly l era amigo de su jefe. Gracias a ellos, en media hora el pensamiento ya estaba en el telfono mvil de la muchacha y a punto de ser enviado.
A las nueve de la tarde un muchacho estaba esperando a que el semforo se pusiera en verde delante de un paso de cebra, rodeado de gente irritada, porque todos llegaban con retraso a sus citas. El muchacho oy el sonido de su mvil y lo sac del bolsillo. Haba recibido un mensaje y lo ley en voz alta. A travs de ese mensaje el pensamiento escap del mvil de la mujer. El pensamiento fue increblemente feliz, porque alguien, por fin, dijo en voz alta su contenido.
Un hombre de treinta y cinco años oy lo que el muchacho haba dicho y con eso, el pensamiento pudo entrar en su cerebro, donde todo le pareca familiar y, aunque no haba visto el lugar antes, se senta muy cmodo all.
Ahora s, haba llegado a donde siempre quiso estar.
* Juego de palabras entre la expresin “pensamiento original” y el adjetivo “origen”.
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AJÁNLOM AZ OLDALT
